9/6/10

Una meditación inglesa

Meditación compilada en el trayecto entre 'The Farmers Arms' (Lowick Green) y Conishead Priory, en el verano de 2007, en el banco que hay delante del cementerio de Ulverston, al otro lado de la carretera:

1. Esta mente de apego (de preocupación, etc.) no tiene en cuenta que puedo morir hoy.
2. Pero puedo morir hoy. La verdad es que puedo morir en cualquier momento. La muerte puede venir cuando menos lo espere, y puede venir completamente sin avisar.
3. Si muero hoy, ¿mañana dónde estaré?... Es muy posible que me encuentre de repente en uno de los reinos inferiores, donde los sufrimientos son insoportables, donde no hay práctica espiritual, y de donde salir es casi imposible.

O bien, reuniendo los tres puntos: Esta mente de apego no tiene en cuenta en lo más mínimo que puedo morir hoy. Si muero hoy, mañana no sé donde estaré. Si me encuentro de repente desnudo en entornos inhóspitos, completamente cubiertos de hielo, o viviendo en la charca de las ranas, entonces ya será demasiado tarde.

El propósito de esta meditación es ayudarme, cuando suceden mentes de apego o preocupación, a no detenerme eternamente en ellas, y a canalizar el pensamiento en direcciones más constructivas.

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Ver cómo existen los seis reinos y si es propio de personas crédulas creer en los infiernos.

4 comentarios:

eMi dijo...

Jaume, esta meditación tuya me ha traído a la memoria la angustia vital que, durante siglos, millones y millones de almas debieron sentir cuando creían a pies juntillas en el infierno. Me congratulo de ser absolutamente incapaz de creer en el más allá.

Lamento la crudeza de mis palabras - espero no haberte ofendido-, pero tenía necesidad de comunicarte lo irracional que me parece vivir con el terror de esa perspectiva. Reflexionar sobre la muerte me parece importante, creer en la existencia de un inframundo me parece aterrador.

JFM dijo...

Si no crees en la existencia del infierno, me parece bien. No eres la única. Pero el hecho de que tú y otras muchas personas no crean en el infierno no quiere decir que el infierno no exista, ni de lejos. ¿Por qué? Porque otras muchas personas, entre ellas yo, creemos que sí existe. Entonces, lo que hay que ver es ¿qué razones válidas aportan los unos para sostener su creencia? y ¿qué razones válidas aportan los otros para sostener su no creencia?

Por ejemplo, que la idea del infierno es aterradora, no lo discuto. Pero el hecho de que el infierno sea aterrador no dice nada acerca de la existencia o no existencia del infierno. La idea de ser torturados próximamente, por ejemplo, es aterradora, pero por desgracia la tortura existe incluso en este mundo. Por tanto, puesto que sabemos de cosas que son aterradoras y existen, el que la idea del infierno sea aterradora no es una razón que pruebe la no existencia del infierno, y habrá que buscar otras razones.

(Escribo más sobre esto en la pág. principal)

eMi dijo...

Sí, Jaume. Todo lo que dices es cierto. Imposibles las demostraciones tanto de la existencia del infierno como la de Dios. Eso no lo cuestiono. Ambas creencias se basan en la experiencia, no en la razón. Por tanto ni lo uno, ni lo opuesto es demostrable empíricamente.

Lo que sí me parece discutible es el vivir de acuerdo a unas normas pensando en la aterradora posibilidad de ir a parar al infierno.

Dices: 1) El hecho de que la tortura o la vejez provoquen miedo no significa que no existan.

Yo digo: El hecho de que existan no debería condicionar mi vida. Es decir, yo debo obrar procurando el bien, no por temor a la tortura o a la vejez como castigo, sino por mi propio deseo.

Dices: 2) 'El infierno no existe porque no me gusta la idea'. Esta razón no es válida porque no se sigue que todo lo que no me gusta no existe.

Yo digo: Eso no es una razón, es un sentimiento. Como tampoco es una razón que demuestre la existencia de Dios el hecho de que sería maravilloso que existiera.

Dices: 3) No soy yo el único, a nadie le gusta la idea del infierno, eso no significa que no exista.

Yo digo: De acuerdo. El hecho de que sea impopular o popular no desmuestra absolutamente nada.

Dices: 4) El infierno no existe porque nadie lo ha visto, eso no significa que no exista.

Yo digo: De acuerdo. Pero, como nadie lo ha visto, tampoco puede afirmarse que exista. Sabemos que hay otras galaxias aunque no las hemos visto, pero eso tampoco implica que estemos seguros de que exista vida tal y como la concebimos y el hecho de que podamos imaginarla no prueba que exista -como no exisitían los monstruos de siete cabezas que supuestamente habitaban el océano esperando tragarse a todos aquéllos que se aventuraran a adentrarse en sus aguas (miedo que, por otra parte, provocó un retraso considerable en la comunicación entre el Antiguo y el Nuevo mundos).

En definitiva, podemos experimentar las creencias, pero no por ello se convertirán hechos irrefutables.

De todo ello, lo más grave, en mi opinión, es la rentabilización de ese miedo "irracional" al infierno que, durante siglos, han aprovechado, en mayor o menor medida, todas las religiones.

JFM dijo...

Ya que estamos de acuerdo, por lo menos provisionalmente, en la conclusión de que no podemos llegar a ninguna certeza objetiva en cuanto a la existencia o no existencia de los infiernos, me gustaría comentar sobre tu último punto, que inicia un tema distinto.

Si los humanos hacemos mal uso de la religión, es la falta de los humanos, no de la religión. Igual que si se hace mal uso del oro, no es la culpa del oro. Ahora, si queremos decir que los humanos que hacen el mal uso de las cosas se sitúan mayoritariamente, por ejemplo, en las esferas religiosas o el Vaticano, etc., mientras que los humanos que hacen el buen uso se localizan mayoritariamente, por ejemplo, en el partido socialista o en sectores laicistas, etc. -- esto, para mí, es claramente inaceptable. Tan inaceptable como sostener, con los mismos ejemplos, la tesis contraria. Esta clase de ideas son con toda probabilidad, falsas, y son con toda seguridad, parciales y dañinas.

Son parciales por definición, porque 'parcial' etimológicamente debe ser algo como dividir en 'partes'. Y son dañinas, porque hacen daño a otros seres indirectamente, y directamente e inmediatamente a nosotros mismos. Lo podemos comprobar examinando nuestra mente cuando esta clase de pensamientos se manifiestan con fuerza.

¿Cómo podemos desear por un lado la unidad y hermandad universal de los humanos y por otra dividir a los humanos en partes (buenas y malas)? No digo que yo no tengo pensamientos de este tipo, sino que para mí han de ser pensamientos a descartar, cuando surgen, y no a alimentar. ¿No crees?