En síntesis, puedo pensar:
He de saber que en la existencia ordinaria, el samsara, no hay situación que sea enteramente satisfactoria. Además, no me he de extrañar si encuentro que cuanto más tengo lo que quiero, más aumenta mi descontento e insatisfacción. Es porque cuanto más tengo lo que quiero, más aumenta el apego, y cuanto más aumenta el apego, más difícil es encontrar satisfacción. Ésta es la sabiduría del Dharma. Por otra parte, no hace falta decir que si no tengo lo que quiero tampoco tengo satisfacción completa. Por lo que, mientras permanezca en el samsara, lo mejor es practicar contentamiento -- una mente que, con una intención virtuosa, se siente satisfecha con cualesquiera que sean las condiciones internas y externas.
La práctica de contentamiento y la de paciencia son muy parecidas. El Dharma enseña que con amor hacemos felices a los demás, y que con paciencia, o contentamiento, nos hacemos felices a nosotros mismos.
30/1/11
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