Cuando doy vueltas de veintiún días a las veintiuna meditaciones del Lamrim, el primer día pienso: Entendiendo que la única manera de resolver todos mis problemas y hacer mi vida significativa es seguir el camino espiritual, he de confiar sinceramente en el Guía Espiritual -- generando fe en él o ella viéndole como un Buddha, y generando respeto por él recordando su bondad. Medito así de acuerdo con la verdad convencional.
Pero de acuerdo con la verdad última, definitiva, he de recordar que: Aunque todas las cosas, incluyendo el Guía Espiritual, aparecen directamente a mis sentidos como siendo inherentemente, o verdaderamente existentes, en realidad el Guía Espiritual y todas las cosas son sin, o son vacías de existencia verdadera. Todas las cosas, incluyendo el Guía Espiritual y el universo entero, son meras apariencias a la mente -- como cosas vistas en un sueño.
Igual que un Guía Espiritual visto en un sueño, el Guía Espiritual es una mera apariencia a la mente, sin existencia separada de la mente. Igual que un Guía Espiritual visto en un sueño, el Guía Espiritual es una mera proyección de la mente, que no existe fuera de la mente. Igual que un Guía Espiritual visto en un sueño, el Guía Espiritual es una mera apariencia a la mente, que depende totalmente de la mente para su existencia.
¿Cómo las dos verdades, las dos maneras de existencia del Guía Espiritual --convencional y última--, son no-contradictorias? ¿Cómo los dos pensamientos de meditación no chocan, sino que se unen y son coherentes entre sí?
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